En 1789 una serie de revueltas provocó la crisis del Antiguo Régimen.
En primavera, la revuelta política. Luis XVI convocó los Estados Generales, la asamblea formada por representantes de los tres estamentos, para que aprobaran nuevos impuestos y poder así resolver la crisis financiera. Los Estados Generales no habían sido convocados por un rey de Francia desde 1614, pero Luis XVI se vio obligado a hacerlo porque la crisis financiera era tan grave que amenazaba con colapsar la monarquía.
La nobleza y el clero pretendían que se votara por estamento, lo que daba mayoría a los privilegiados, mientras que los representantes del pueblo llano defendían el voto por cabeza, que les otorgaba la mayoría. Como respuesta a la negativa de los privilegiados, en junio los representantes del pueblo llano se declararon en Asamblea Nacional y, tras el juramento del Juego de Pelota, se comprometieron a no separarse hasta elaborar una constitución.
En julio, la revuelta popular. Luis XVI no estaba dispuesto a aceptar la Asamblea Nacional y concentró sus tropas en torno a París. Ante esto, los parisinos se armaron y tomaron la Bastilla, prisión real. Pronto las revueltas se extendieron por Francia. A la vez, en los campos se difundió el «gran miedo»: comenzó a correr el rumor de que bandas organizadas por nobles estaban quemando las cosechas y matando a los campesinos. Los campesinos se armaron y marcharon contra los castillos aristocráticos para destruir los registros en los que constaban los derechos feudales.
El rey se vio obligado a aceptar la Asamblea Nacional y a ratificar sus decisiones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario