A principios del siglo XI se desintegraba definitivamente el Califato de Córdoba dando lugar a los reinos de taifas, lo que suponía una variación en la relación de fuerzas entre cristianos y musulmanes. Los cristianos iniciaron con éxito la ofensiva desde el norte.
En el año 1085 Alfonso VI conquistaba el reino de Toledo, trasladando la frontera del Duero al Tajo. Los almorávides y almohades venidos de África pararon su avance y los reyes cristianos comprendieron que debían unir sus fuerzas. En la batalla de las Navas de Tolosa (1212) Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra derrotaron conjuntamente al califa almohade. En pocos años la presencia musulmana quedó reducida a Granada.
Los reinos cristianos sufrieron también una importante evolución interior. La Península se fue distribuyendo en unidades territoriales más estables que dieron lugar a los cuatro grandes reinos medievales: la Corona de Castilla, la Corona de Aragón, Portugal y Navarra.
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